miércoles, 8 de junio de 2011

Poemas de Juan Antonio Massone

Consideraciones de un loco

Quizás no vencerá mi palabra
el chasquido pegajoso de la nada
en este lento horror que me confina.

Diciendo de esto a la calle de nadie,
unos pocos amigos complementan
la codiciosa obra de mi espectro.

Aún así seguiré velando aquí
y cuidando del semáforo.
Ya pueden cruzar la calle.

UNA INFANCIA

Yo fui un niño que tuvo patio
con un perro que se perdió una vez
y hasta el día de esta tarde no regresa.
Yo era niño que olía tierra húmeda
y fue mío despedirme de momentos
como si el día acostumbrara a morir.
Yo fui niño en un patio y ventolera
con más ladridos debajo de la tierra.
La nieve parece ahora menos blanca.
Yo era un niño que pactó con lagartijas
y queltehues invocando nuevas lluvias
en espera de pan con mantequilla.
Yo fui un niño y, de en medio del patio,
una acacia con nidos fue arrancada.
Los años aún no dicen para qué.
Yo era un niño con un perro
al que asustó la muerte muy temprano
y el pálpito quedó mío sin deseos.
Yo quedé niño de patio sin acacia
ni perro, sin estar seguro de nada más.
En los otros quedaba la alegría.


PUEDE QUE EL TIEMPO DOS VECES NO PERDONE

Tú has querido defender
a tantos muertos, aunque demoraste
indefinidamente con los vivos.
En el fondo, nadie pudo
persuadirte de que la vida
era enormemente más que tus rutinas
y estuviste inclinado en pensar
que el mundo cabía en tu ventana.
La obra del vivir no se escabulle
y aprovechando el llanto de los vivos
comprendes por qué ahora
los muertos reclaman su consuelo.
Es tu hora tal vez, quizás la única
que pueda salvarte de imposturas.
No te creas demasiado feliz.

ESTAR SOLO
 
No tengo a nadie
en todo el mundo
a quien hablar de ti,
sino a ti.

No tengo a nadie.

VIENDO CRECER EL DIA


Un álamo pequeño
a nadie da que hablar,
apenas sobresale entre la hierba,
pero algún día será más alta sombra.
De pie, esperando
aquel día y creciendo,
aunque escaso de hojas aún
mostrar sabe al invisible viento
y no se inquieta por más
que de seguir alzando el cuerpo.
Sólo espera y crece ahora
en su apenas de hojas
batidas por el aire verde.
A nadie da que hablar,
pero erguido y silencioso,
confía la promesa de sus hojas
al invisible viento que lo mece.


LENTAMENTE AGUARDANDONOS 


Usted está allí,
en ese sitio donde ahora lee;
yo, un quizás, un tal vez donde
ni yo mismo me percato.
Está allí, aquí, justo en el tiempo
de un sitio en donde yergue
su vida y la dispersa.
Está allí,
como si yo no fuera,
como si jamás,
como si nunca:
la sustracción de un nombre.
Está allí, sin mí,
(eso no importa),
pues siento más benigna
esta distancia.
En una página me olvida,
(eso me gusta),
la palabra es redimida
en privilegio comprensivo
cuando mira y retrocede,
y se conturba y abalanza,
aboliendo y decantando
al saberse adivinado.
Usted sigue allí,
(este momento es único);
tal vez lee distante,
quizás deletrea presuroso,
acaso en esa letra
nos sepamos sin nombrarnos,
y aunque yo siga a lo lejos
es espera de su alma,
y usted siga allí,
velozmente apartado,
he querido decirle simplemente
que allí en donde esté,
de un modo u otro,
en latidud descuidada
y yo, en mi pasión atrapado,
vivimos l e n t a m e n t e
aguardándonos.




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